miércoles, 14 de diciembre de 2011

Reflexión

Cuando tienes 20 años y te quedas tetrapléjico y descubres que nunca más a poder hacer vida normal el mundo se cae a tus pies.

Saber que nunca volverás a andar ese camino que tantas veces has hecho, que nunca volverás a bailar aquella canción que tanto te gusta, que nunca volverás a marcar un gol con esas zapatillas puma con la lengueta roja que tantas y tantas veces te pusiste, que nunca volverás a saltar a por aquel bote de galletas que tanto te gusta, es un lance que cuesta mucho asumir y que muchos no conseguimos asimilar bien del todo.

Cuando descubres que siempre vas a tener que depender de alguien, que nunca serás aquel chico alto que no paraba quieto y que las noches de fiesta no van a ser lo mismo, el mundo de hunde debajo tuya.

Tú luchas y luchas, sin saber que el destino tiene otros planes para ti. Todo el mundo te da ánimos, te manda fuerzas, te dicen que está convencidos que volverás a andar, llega un punto que hasta te lo crees aún sabiendo dentro de ti que es técnicamente imposible de que suceda.

Quizás el destino tenía estos planes para mi y no seré yo el que discuta sí es justo o no, sólo se que es un golpe del que es duro levantarse y si te levantas es para montarte en un aparato de aluminio con ruedas.

No se ni tan siquiera yo lo que quiero decir con estas palabras. Quizás convencerme de que tengo que asumir como estoy, no lo se. Solamente me apetecía escribir y lo he hecho

No hay comentarios:

Publicar un comentario