miércoles, 4 de abril de 2012

Recuerdos. Valladolid (Parte I)

22 de Abril de 2007. Había salido la noche anterior y no había ninguna prisa por levantarse. A mi alrededor la pequeña habitación de mi apartamento 430 de Cardenal Mendoza todo desorganizada como solía ser habitual en mi.

Me levanté tarde y me hice un arroz a la cubana, mi plato favorito, como sabiendo que como dice la película de 300 "Esa noche cenaría en el infierno".


Dejé el plato en el escritorio y me pongo con el ordenador y la radio, ya que el Real Valladolid se jugaba el ascenso en Tenerife a falta de muchas jornadas. Casualmente, mi amigo David y yo habíamos dicho que viajaríamos con el equipo el día del ascenso dónde fuese con el coche, pero el destino quiso que no pudiera ser.


El primer gol caía en Tenerife y luego el segundo. Estaba claro, hoy habría fiesta.


Abrí mi armario. Saqué la camiseta blanquivioleta y unos vaqueros. Me vestí deseando llegar a la plaza Zorrilla a celebrar el ascenso.


Avisé a mis amigos, Javi Batuecas y Javi Trancon, para irnos ya. Ellos moderados sin nada blanquivioleta a la vista.


Nos dirigimos a coger la línea 2 del urbano. Nos avisa el conductor, sólo nos puede llevar hasta plaza España.


Desde allí se oía el ambiente y los gritos de júbilo. Aprovecho y llamo a mi hermano pequeño Javi, para decirle que voy para allá que a ver si salgo en la tele.


En el breve trayecto nos encontramos con muchos aficionados mojados hasta arriba. Una pareja nos dice que tranquilos, que hay agua para todos. Sonrío sin saber lo que iba a venir después.


Llegamos a una plaza hasta arriba y nos colocamos al lado de un puesto que vendía camisetas conmemorativas de la gesta. Ya la compraré luego pensé.


Ninguno de mis dos acompañantes estaban muy por la labor de mojarse la ropa, pero una vez más la casualidad me jugó un mala pasada.


Feras, otro amigo de la universidad, estaba allí y me convence para que nos acerquemos a la fuente. Me saco el móvil y la cartera y se las doy a Batuecas para que no se me mojen.


Ya estaba listo para el pequeño baño, pero el destino tenía preparado otra cosa para mi. Cuando me quise dar cuenta estaba debajo de la poca agua que quedaba en la fuente sin poder mover ni un músculo y tragándome esa sucia agua.


Puede que fueran 20 o 25 segundos solamente, pero para mi los más largos de mi vida, por fin Feras apareció y me levanto, pero me volví a caer otra vez dentro del agua.


En este tramo tengo la memoria algo confusa y no recuerdo ni quién ni como me sacaron del agua, lo que si sé es que estaba en el borde de la fuente con mi cabeza encima del pie de una persona y sin poder mover ni siquiera el cuello.


Tampoco sé el tiempo que tardó en llegar la ambulancia, solamente sabía que no podía mover nada y que había tragado agua.


Cuando vino la ambulancia, me pusieron un collarin y me dijeron que me tenían que romper la camiseta del Pucela. Les dije obviamente que ni se les ocurriera, pero no estaba en posición de elegir.


Cuando llegué al hospital, me llevaron a una sala con al menos 15 personas cada una haciendo y diciendo una cosa, imposible acordarme de esos momentos con claridad.


A continuación me pasaron a una sala en dónde había una tabla (que sería mi cama durante 3 días) y me echaron allí. Por supuesto antes de eso tenía goteros por todos los lados y yo seguía sin mover nada y hasta me costaba hablar.


Me explicaron que me tenían que poner un compás en la cabeza para no moverla. Me pusieron algo en anestesia y en seguida dos tornillos me estaban taladrando la sien llegando a hacer contacto con el hueso del cráneo.


Yo no sabía nada de lo que tenía, sólo que no me movía. Entonces me dijeron que estaba allí mi novio y que si quería verlo. ¿Novio? O yo ya no era yo o hasta donde sabía me gustaban las mujeres, pero dije que sí. De repente apareció Batuecas. Una cara conocida después de no sé cuantas horas. Me dijo que no le daban información y se marchó a los 30 segundos.


Estoy jodido, eso era lo único que tenía claro hasta el momento e imagino que ya habían pasado 4 o 5 horas y nadie me decía porque no me movía.


Que nadie pregunte que qué pensaba, porque no lo recuerdo, bien por la sedación o porque la memoria es selectiva.


Tras otro rato, igual horas, aparecieron mis padres y mis tíos que venían desde Cáceres. Le dije a mi madre: "Mamá, no muevo nada". Ella me contesto con un nudo en la garganta que ya lo sabía.


Desde ahí al día de la operación todo es muy confuso. Recuerdo estar con el compás tumbado en esa tabla dura gritando que por favor me dieran una almohada y de tener muchos dolores. No recuerdo ni caras, ni conversaciones ni nada de nada.

1 comentario: